En “Los heraldos negros”, primera composición del poemario del mismo nombre, se habla ya de la inmisericordia de Dios.
Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma… Yo no sé!
Para el poeta que redactó esa estrofa no puede haber peor cosa que el odio de Dios. Y aunque no se podría afirmar que el poeta haya dado por hecho que Dios odiara, pues usa la imagen del odio de Dios generando un efecto hiperbólico; vislumbra la posibilidad de que Dios no sea ese ser bondadoso que en sus catequesis le habrían dicho que era, posibilidad que va a ser atendida palmariamente en poemas posteriores de la misma obra de un modo más reflexivo.
Vamos a desmenuzar, pues, esos poemas que cuestionan la divinidad. De ellos los más importantes son “Los dados eternos” y “Dios”. En este último se dirige nuestro primer poeta a Dios con una fe inquebrantable:
Siento a Dios que camina
tan en mí, con la tarde y con el mar
Incluso en “Los dados eternos”, composición en que cuestiona acremente a ese dios, dice:
Dios mío, estoy llorando el ser que vivo.
Se ve una arraigada devoción que entra en contradicción con las claras negaciones de Dios que encontraremos en los mismos poemas. El caso es que nuestro poeta, ya adulto, siempre se mantuvo aprehendido a su infancia en Santiago de Chuco y a los sentimientos que durante aquélla forjó, época en que asumió la religión tradicional, la católica, como sólo una persona de tamaña sensibilidad podía: con totales entrega y amor, con cuánta entrega que no pudo abandonar su fe cuando adoptó como doctrina filosófica el marxismo que niega rotundamente toda divinidad. Vallejo era consciente de la artificialidad del dios católico y de su antagonismo con la razón; pero arrancarse al amado Dios del pecho me parece que hubiese sido derrumbar su mundo: él no podía abandonar su fe. Y efectivamente ello se nota en el poema “Dios”, en el que a pesar de haberlo reducido ontológicamente, lo asume nuevamente con total devoción, como veremos más adelante.
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